El lado invisible de los conflictos: la escasez de plasma y su impacto en enfermedades raras.
En medio de un mundo cada vez más atravesado por tensiones geopolíticas, se hace evidente una realidad que hasta hace poco era invisible para la mayoría: los conflictos económicos y bélicos no solo afectan fronteras o mercados, sino también la salud de miles de personas a través de la alteración de los suministros médicos.
Uno de los ejemplos más alarmantes es el del plasma humano, un insumo esencial para el tratamiento de múltiples enfermedades raras. Según una reciente investigación publicada en Gizmodo por el periodista Thomas Handley, Europa está enfrentando una preocupante escasez de este componente crítico debido a las crecientes tensiones comerciales con Estados Unidos y a los movimientos estratégicos de algunos países para reforzar sus reservas en contextos de posible guerra. https://es.gizmodo.
El plasma, obtenido mediante donaciones voluntarias, es utilizado rutinariamente en medicina para tratar diversas patologías. En particular, desempeña un rol vital en el tratamiento de enfermedades raras como la anemia de Fanconi, el síndrome de Diamond-Blackfan, las hemofilias A y B, las inmunodeficiencias combinadas severas (SCID), las anemias aplásicas, las histiocitosis, las deficiencias de factores de coagulación, el síndrome de Wiskott-Aldrich, el síndrome de Hurler, la enfermedad de Gaucher tipo 1, las hipoalbuminemias congénitas, la enfermedad de Glanzman, entre muchas otras.
Estos pacientes pueden requerir transfusiones especializadas, plasma irradiado, filtrado o desleucocitado, que no siempre están disponibles en situaciones de escasez. Además, quienes necesitan cirugías u otros procedimientos críticos suelen ver sus tratamientos postergados cuando las prioridades sanitarias se establecen únicamente según criterios de prevalencia.
En Europa, donde las donaciones de plasma son exclusivamente voluntarias, el debate se intensifica: ¿debe permitirse el pago a donantes ante una crisis de abastecimiento? La idea de ofrecer incentivos económicos colisiona con los principios éticos que prohíben el lucro sobre el cuerpo humano, y varios países ya discuten nuevas regulaciones en este terreno.
Mientras los políticos debaten y los expertos en salud pública, incluidos miembros de la OMS, intentan planificar respuestas, miles de personas con enfermedades raras enfrentan una amenaza silenciosa. Su acceso a tratamientos esenciales se ve cada vez más comprometido, no por decisiones médicas, sino por decisiones económicas y políticas tomadas a miles de kilómetros de distancia.
El caso del plasma es un ejemplo claro de cómo la salud de las minorías médicas suele ser la primera víctima colateral de conflictos mayores. Sin planificación específica y políticas de protección para estos pacientes, la equidad sanitaria corre serio riesgo de convertirse en una ilusión.