Vacunas vs anti-vacunas: ¿Por quién doblan las campanas?
Esta temática le interesa a esta página porque existen enfermedades raras de naturaleza infecciosa de las cuales se habla poco y también existen enfermedades raras causadas por medicamentos, entre ellos las vacunas.
El debate por vacunar o no vacunar esta pleno de especulaciones, desde la intencionalidad de experimentar con agentes infecciosos, como productos biológicos de gestación de “nuevos mercados” o de usos bélicos, cuyos cuestionamientos morales hacen que existan emprendimientos secretos o deliberadamente camuflados de científicos. Otros cuestionamientos se centran en la producción acelerada de vacunas cuya seguridad no está bien establecida, en especial cuando se refiere a las consecuencias adversas a mediano y largo plazo. Las vacunas se administran a personas sanas y a personas enfermas vulnerables. Algunos tipos de vacunas pueden gestar cambios de materiales genéticos o de metabolismos, imperceptibles en un primer momento, pero que ya algunas observaciones medicas describen eventos adversos en personas con antecedentes de vacunación y que tiene una innegable conexión.
Lo cierto es que se ha generado una grieta entre los partidarios de no vacunarse y aquellos defensores fundamentalistas de la vacunación. Ambos “bandos” tienen celebridades e “influencers” a favor y en contra que producen abundantes materiales en redes, a veces con escaso rigor científico y politización que sesga las conclusiones, aunque impactan en la audiencia poco formada.
Cada parte puede mostrar algo de razón y datos comprobables, pero eso no implica que las conclusiones puedan volcar las conclusiones hacia un lado u otro, de un modo definitivo.
Las vacunas han sido, y son, unos de los mayores avances de la ciencia médica, habiendo permitido disminuir la mortalidad infantil, la generación y expansión de epidemias y prolongar la vida de la especie humana. ¿Quién puede negar la historia de beneficios y logros sanitarios de las vacunas?
Sin embargo, la aun reciente pandemia de COVID-19 y producción acelerada de vacunas también muestra que para algunas de ellas la balanza entre riesgos y beneficios no ha sido bien equilibrada (https://doi.org/10.1093/aje/
Parece ser, entonces, que las causas de la grieta sanitaria con las vacunas está dada por la ausencia de estudios completos de seguridad y las políticas de usos compulsivos, sumados a ciertas investigaciones internacionales de escaso conocimiento público, que crean un aura de misterio poco aceptable para muchos. No son las vacunas las que se discuten, como decíamos en un principio, sino lo que se hace y lo que no se hace con ellas. Por supuesto que estamos a favor de vacunar la población, con racionalidad, ética y transparencia.
Un aspecto adicional, poco explicitado por los medios y las políticas, es que vacunar a una población procura más un beneficio social que uno individual. En ese contexto, los riesgos individuales, de enorme valor para cada uno, son minimizados frente al beneficio social. Este escenario se da frente al temor de pandemias en las que las decisiones pasan más por la políticos que por los expertos en salud. Cuando esto ocurre aparecen “las grietas.
Cabe darle importancia a cualquier signo o síntoma que los médicos describen en personas vacunadas. Ya sea que tengan vinculación o no con el producto administrado. En cualquier caso la conclusión medica debe ser requerida y no negada. Las enfermedades raras iatrogénicas son un campo creciente en la salud pública que tienen la enorme ventaja de que pueden prevenirse con conocimientos.
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